Reportaje

Artista del Mes: Calibre 50

Han dado en el clavo. Todo el mundo lo sabe. Especialmente ahora que acaban de ganar el primer Grammy de su meteórica trayectoria. Como si fuese un proyectil certeramente lanzado, la propuesta de Calibre 50 ha hecho un masivo impacto en mucha gente y, además, en la radio y en la industria de la música, generándose a partir de sus grabaciones y shows algo así como todo un fenómeno social.

Por su estilo, por la originalidad de su repertorio, por su imagen y sobre todo por su profesionalismo, a una velocidad abismante el grupo se ha convertido en un referente inevitable no solo en México y Estados Unidos sino también en el resto del continente, desde Centroamérica hasta los confines del hemisferio sur, allá donde reinan los pingüinos y esos hielos otrora eternos ahora arrasados por el cambio climático.

Sin necesidad de recurrir a ningún diccionario, la palabra que mejor define a Calibre 50 es una sola: éxito.

No obstante, lo que más intriga a sus fans es el «como», el «¿cómo le hacen?» para producir temas que generalmente, apenas estrenados se empinan al primer lugar en las listas de popularidad.

Al hablar con su líder, cantante, acordeonista y compositor Edén Muñóz, el «como» se explica con otra palabra de tremenda importancia, trabajo, mucho trabajo, pero no el simple trabajo de un orfebre, sino la dedicación plena de unos artistas que asumen su compromiso con la pericia y el talento de quienes crean en el interior de un laboratorio.

Por eso han triunfado, por eso ya ganaron su primer Latin Grammy, el trofeo que consagra y reconoce la excelencia musical «urbi et orbi», más allá de cualquier ciudad o país, a un nivel tan superior que solo se entiende cuando se le aplica el adjetivo Mundial.

«Teníamos dos nominaciones», dice Edén, «Haber ganado el Latin Grammy nos hace sentir contentos, felices y emocionados, ¡Como que a veces, no nos cae el 20!. Y nos llena de mucho orgullo, porque se trata de un premio que viene de La Academia, de nuestros compañeros en la industria de la música. Como autor, la nominación no vino muy bien. Todo eso suma mucho. Nos da mucho aliento. Nos quita el cansancio. Nos quita el sueño. Te dan mucha pila, mucha gasolina para seguir haciendo música arraigada a tu instinto, a tu corazonada y a lo que la gente espera de nosotros.

 

La entrevista con Edén Muñóz necesariamente hace énfasis en la trascendencia de este logro tan reciente.

-Además de ha producido un acuerdo total entre el criterio de la comunidad artística, los expertos que están representados en La Academia Latina y el mercado, el público. 
-Eso ya nos aliente mucho más. Porque nosotros somos muy apegados al público y sabemos el cariño que nos tiene la gente. Por su parte, la gente sabe el cariño que Calibre 50 le tiene. Todo lo hacemos por ellos. El Latin Grammy nos viene muy bien. Ha sido  mejor manera de cerrar el año. El cariño de la gente nos mantiene. Por eso, repito, estamos felices. Ojalá sea el primero de muchos reconocimientos similares.

¿Coincide la obtención del Latin Grammy con otros logros importantes del grupo?
-Aunado a todo esto, venimos cerrando muy bien el año. Por los shows. Por los países que se han abierto: Guatemala, Honduras, Colombia, El Salvador, Nicaragua y Chile, donde nos estamos posicionando muy bien. Es un logro para Calibre 50. Es lo que siempre quisimos. Pero en general a la música regional mexicana le viene muy bien.

-Cuando empezabas tu carrera ¿Te imaginaste alguna vez que pudieras alcanzar tanto éxito? ¿ Lo llegaste a soñar?.
– Todo el mundo lo sueña en su momento. Lo que si nos sorprende mucho es la brevedad del tiempo en que lo hemos logrado. Todos tenemos sueños y metas. Pero el tiempo en que lo hemos conseguido nos asombra.

-En tu caso personal. ¿Cuánto tiempo le has dedicado a la música? 
-Empecé más o menos a los 13 años de edad. Ahora tengo 28. Son 15 años. Es más de la mitad de mi vida. Y lo que falta. Empecé tocando la guitarra, después me dediqué a cantar y más tarde al acordeón. Poquito a poquito, la vida te va llevando.

-Antes de Calibre 50. ¿estuviste en otra agrupación?.
– Si, estuve tres años en otro grupo. Grabé un álbum similar a Calibre. Pero lo que ha trascendido ha sido Calibre 50.

-¿De quién fue la idea de ponerle el nombre de Calibre 50 al grupo? ¿Es agresivo como dicen? 
-El nombre no tiene nada de agresivo. Elegimos el nombre al iniciar el proyecto. Queríamos que fuera diferente. Es lo que nos caracteriza. Podríamos haber sido «De la Sierra» o «Del Norte». Calibre 50 es la bala más grande, atraviesa cualquier blindaje, cualquier barrera. No es un nombre violento, pero si tiene fuerza y llama la atención.

-Tiene potencia, sin duda: pero…¿Qué fue lo primero que interpretaron? 
– Entramos al mercado con los corridos. Era un movimiento, un rollo muy fuerte. Entramos en esa ola. Así entramos en el gusto de la gente. Pero nuestro repertorio siempre fue variado. Tenían su toque ranchero, su toque romántico. Las cumbias nunca las hemos dejado de tocar Comenzamos a crecer, sin embargo, con los corridos. Asín nos conoció la gente. De eso han pasado solamente 8 años. Empezamos en el 2010.

-Otro hecho admirable es que Calibre 50 también ha entrado en la programación de emisoras de radio de formato pop.
– Es parte de la versatilidad que tiene el grupo. Es complicado lograrlo por ser un grupo de regional mexicano. A veces eso es una limitante. Y eso es lo que tumba la bala de Calibre 50, tumba todas esas barreras, todos esos muros. No solo en México y Estados Unidos, nuestros temas los tocan diferentes formatos de programación radial. Las tocan tal y cual como salen en el disco.

-Se deduce, por lo tanto, que no solo es componer sino hacer un tipo de arreglo adecuado para cualquier programación…
-Los arreglos son muy como hechos en casa. La misma canción te va diciendo hacia donde tiene que ir. A veces el acordeón suena agresivo, corridero, de una manera muy autóctona, muy apegada al regional y a veces con las baladas, el arreglo es más básico.

-¿Dónde graba Calibre ?»
-Tenemos nuestro estilo propio. Decidimos hacer nuestro propio laboratorio y ser dueño de nuestros tiempos. La música no tiene un tiempo determinado. Llega como un proceso inspiracional y hay que tener las herramientas necesarias para atraparla.

-¿Dónde funciona ese laboratorio musical?.
– Aquí en Mazatlán. Aquí hay un misticismo, una magia.

-¿Desplazó Mazatlán a Monterrey como cuna de música regional mexicana? ¿Cuál es tu opinión?.
-Hasta cierto punto, Monterrey sigue siendo la sede más importante de la música norteña. En nuestro caso, no somos tan norteños ni tan música de banda. Una nueva generación de músicos y de estilo ha tomado la batuta en Sinaloa. Acá también está surgiendo el sierreño y otros estilos.

-¿Es Mazatlán también el lugar donde nace Calibre 50?.
-Si, somos de distintos municipios de Sinaloa. Alejandro, quien toca la tuba, es originario de Mocorito, Armando y Erik, que tocan la guitarra y la batería respectivamente, son de Mazatlán. Yo nací en Los Mochis, en la parte norte del estado. Pero fui criado en Mazatlán, donde sigo viviendo. Aquí está la esencia.

-Además de corridos y canciones de amor, ustedes también han hecho canciones sociales, defendiendo al inmigrante, atacando las injusticias. ¿Cómo es que explota esta faceta en el grupo?
-Nunca ha sido por estrategia. Son historias que están en el aire, están en los eventos, en los restaurantes, en la calle. De allí van saliendo esas historias. Son canciones que han nacido porque tienen que nacer. Han sido muy sumatorias en nuestro proceso. Han salido porque han salido, como el amor o el desamor. Son parte de la realidad que se vive. Al final de cuentas, si no lo vives, no los cantas.

-Todos pertenecemos a una realidad. Es un hecho.
-Y más cuando andas arriba y abajo, de este vaivén de la música, de los shows, de los eventos, de los países, de las diferentes culturas, se viven más historias.

-¿A que atribuyes el hecho de que mucha gente celebra de manera especial el contenido de El Corrido de Juanito?
-Es el reflejo de los latinos legales y no legales que viven en Estados Unidos. Todos conocemos a un Juanito, quizá no de nombre, pero si de historia. Hasta en nuestra familia tenemos dos o tres Juanitos que cruzaron la frontera buscando una vida mejor.

 

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